domingo, 4 de octubre de 2009

LA MUERTE DE TUPAC AMARU.





El orador había dicho las palabras justas.


Y esas palabras eran la historia viva de su pueblo

y ellos lo sabían.


La multitud callo .


Habían escuchado al orador y habían decidido seguirlo.


Confiaban en él.






Los rostros de los Guerreros se pintaron para la Guerra.


Las mujeres lloraron por ultima vez a sus hijos.






El Pueblo esperaba.


La agonía de la Noche.






II






La muchacha Inca alzo sus ojos (quietos)


y la susurro a los muertos que siguieran por el camino rojo.


Luego,


volvió a dormirse.

En su encrucijada de alaridos






El orador recorrió la planicie con la mirada,


el murmullo crecía como una marea calcinante.


La multitud se impacientaba.


El Pueblo había esperado más de doscientos años para vengar a sus ancestros.


Y había llegado la hora.






El orador observo sereno el suave horizonte de la planicie.


Espera una señal de sus Padres,


una señal del Silencio.


Esperaba el Grito.






III






Los Hombres Blancos llegaron del Mar.


Los engañaron con obsequios y promesas


Robaron sus tesoros y violaron a sus mujeres.


Se rieron de sus dioses,


y a sangre y fuego les impusieron la Cruz como único Credo.


Las praderas, las montañas, las terrazas sembradas.


Todo se lleno de muertos,


las mujeres dejaron de parir.


Llegaron las fiebres y los templos sagrados se derrumbaron.


Cuzco fue tragado por el Viento y la destrucción.






Entonces nació el Grito.




IV




Los soldados lo observaron detenidamente mientras lo acompañaban al cadalso.


Los soldados lo observaron y sintieron Miedo.


Su Pueblo entero había sido masacrado, pero él seguía tan altivo como antes.


El único sobreviviente de la raza del Sol iba a morir.


Pero eso parecía no preocuparle.


Cuando el cura le ofreció su bendición le escupió en la cara


y le dijo que reunirse nuevamente con su gente y volver a ser la sangre de sus ancestros no le causaba


ningún temor.






Todos en la Plaza lo observaron


y se sintieron aliviados,


las mujeres rieron relajadas,


los hombres respiraron tranquilos,


y cuando


las cadenas se ajustaron,


y los músculos se tensaron de dolor,


(el dolor del Pueblo despertó).


El verdugo dio la orden y los caballos corrieron


y los miembros descuartizados recorrieron la arena


ensangrentada.


el Virrey sonrió por el deber cumplido.


Entonces llegó el Grito.




V






El Grito nació en las aldeuchas perdidas en el


Monte.


En las minas de carbón y diamantes,


en los refugios de las Montañas.


En los Ríos y los valles,


En los poblados y las urbes.




VI






El Grito estaba esa noche posado en los Ojos eléctricos del orador.






Estaba posado en la ansiedad punzante de la multitud


nerviosa.


Que esperaba la llegada del día.


El orador dudo por un segundo, pero la suerte ya estaba echada.


Y él el hijo del sol,


El último descendiente de los Incas,


El último hombre,


Sabia que era inevitable.






La música comenzó,


La noche giro en su último estertor.


Tenía que dar la orden. Y cuando el trueno de furia contenida por los siglos atravesó la pradera.


Y la marea humana se derrumbo sobre la Tierra(a regarla con su sangre


El día incendio la planicie con sus llamaradas solares


y todo quedo en silencio.






Estallo el Grito;


en las gargantas de los niños y los viejos,


en el pecho de las madres,


en el estomago de los hambrientos,


en la calma,


en el agua,


en el hierro,


en los volcanes.


Era el final.


El Final del Tiempo.


El Principio de la eternidad.