domingo, 31 de enero de 2010

Los Senderos del Silencio.






Hace un siglo,
Cuando desperté.
Intente recorrer la espesura de los bosques musicales,
ocultos en el corazón de la tierra.
En las inmediaciones de la calma
Aguarde que el sol devorara a la noche.
Me adentre en las playas de la tristeza
Y en la arena roja,
me recosté.
A Meditar sobre mis crímenes.

Luego,
Exhausto y fatigado
Intente crear un lenguaje
Que tradujese a todos los lenguajes
En sus silabas de carne
Coloque a cada letra un sonido
Y compuse una sinfonía lingüística.
Una canción perfecta.
Intente deletrear las noches
Y como un mago borracho,
Transforme en hombres,
A las pocas bestias que quedaban
Para el trabajo.
En el jardín antiguo.


Luego,
Intente establecer una regla
Que sintetizara en ella
Todas las químicas y las alquimias.
Investigue todas las magias
Y de ellas me adueñe.
A la locura
Le robe su secreto más preciado (el más endeble).
Su alma.




Me deshice de todo indicio de moral o ética,
Y arroje muy lejos de mí
Todo vestigio de humanidad occidental,
Queme mis ropas y mis disfraces
Queme al pasado,
Al recuerdo lo asfixie.
Reordene mis fugas y mis muertes,
Diseque las últimas gotas de mi nostalgia engendrada.




Tiempo mas tarde, por la espalda,
Asesine a la esperanza
Y en lo alto de las azoteas me vi,
Fornicando al fuego y a sus hijos
Pariendo aullidos amarilllos
En la respiración verdosa de la mañana.






Anduve por calles pestilentes
Hasta perderme
Y con los enanos hambrientos
Me arrastre embrutecido a los pies de la desgracia.






Había estatuas rotas y desoladas,
En la estación en me halle,
Solo,
Aguardando mi llegada.






Antes de irme incendie la ciudad,
Y estremecí las calles.
Y me fui.
En mi voraz vuelo de pájaro borracho.


Por los senderos del silencio.


 
 
diciembre 1996

sábado, 16 de enero de 2010

ALEJANDRA



En el fondo yo odio la poesía. Es, para mí, una condena a la abstracción






Alejandra Pizarnik fue la segunda hija de un matrimonio de emigrantes judíos centroeuropeos. Estudió bachillerato en Avellaneda, una ciudad del Gran Buenos Aires. En 1954 ingresó a la Facultad de Filosofía, luego se cambió a Letras, e hizo una breve incursión en la de Periodismo. No finalizó ninguna de ellas y en una tentativa por encontrar su verdadera vocación, asistió al taller de pintura de Juan Batlle Planas.

Entre 1960 y 1964 vivió en París, donde maduró como poeta y escribió el poemario "Árbol de Diana" (con prólogo de Octavio Paz). Asimismo estableció amistad con André Pieyre de Mandiargues, Octavio Paz, Julio Cortázar y Rosa Chacel. Estando en París trabajó un año para la revista Cuadernos para la liberación de la cultura como correctora de pruebas y colaboró con numerosas revistas de poesía y literatura americanas y europeas, como también con traducciones, entre otras, de Ives Bonnefoy y de Marguerite Duras.
Cuando regresó a Buenos Aires, publicó sus libros más importantes, "Los trabajos y las noches","Extracción de la piedra de la locura" y "El infierno musical". En 1968 obtuvo la beca Guggenheim y viajó brevemente a Nueva York y París. Por causa de sus continuas depresiones y tentativas de suicidio (en 1970 y 1972), pasó semirrecluida sus últimos años. A mediados de 1972 estuvo internada cinco meses en el hospital psiquiátrico Pirovano (Buenos Aires) y en un permiso para pasar el fin de semana en su casa, se quitó la vida con una sobredosis de seconal sódico. Tenía treinta y seis años de edad.


Fue una de las voces más representativas de la generación del 60, su poesía incurre en el surrealismo y marcó a las generaciones posteriores. Trabajó también en las tradiciones romántica y simbolista. Es responsable de poner en la escena el desgarrador silencio creativo y de abrir la puerta para las nuevas generaciones de mujeres poetas.
Alejandra escribía libre de sí y de todo, su poesía es creación y revelación de experiencia, una serie de instantes encadenados.
El 25 de julio de 1965, Pizanrik escribiría en su diario: "En el fondo yo odio la poesía. Es, para mí, una condena a la abstracción. Y además me recuerda esa condena. Y además me recuerda que no puedo «hincar el diente» en lo concreto. Si pudiera hacer orden en mis papeles algo se salvaría. Y en mis lecturas y en mis miserables escritos".
En 1967, conoce a Silvina Ocampo, con quien mantendrá una amistad de por vida.
Colaboró con la revista Sur, con críticas y bibliografías.
Pasó sus últimos años prácticamente recluida por sus tentativas de suicidio y sus constantes depresiones. En 1972, durante una salida de fin de semana del hospital psiquiátrico en el que estaba internada, se quitó la vida con una sobredosis de seconal.






Anillos de ceniza




A Cristina Campo



Son mis voces cantando


para que no canten ellos,


los amordazados grismente en el alba,


los vestidos de pájaro desolado en la lluvia.






Hay, en la espera,


un rumor a lila rompiéndose.


Y hay, cuando viene el día,


una partición de sol en pequeños soles negros.


Y cuando es de noche, siempre,


una tribu de palabras mutiladas


busca asilo en mi garganta


para que no canten ellos,


los funestos, los dueños del silencio.




Moradas





A Théodore Fraenkel






En la mano crispada de un muerto,


en la memoria de un loco,


en la tristeza de un niño,


en la mano que busca el vaso,


en el vaso inalcanzable,


en la sed de siempre.
 
 
 
 
Salvación







Se fuga la isla.



Y la muchacha vuelve a escalar el viento



y a descubrir la muerte del pájaro profeta.



Ahora




es el fuego sometido.



Ahora



es la carne



..la hoja

 ..la piedra



perdidas en la fuente del tormento



como el navegante en el horror de la civilización



que purifica la caída de la noche.



Ahora



la muchacha halla la máscara del infinito



y rompe el muro de la poesía.












Tiempo







A Olga Orozco






Yo no sé de la infancia


más que un miedo luminoso


y una mano que me arrastra


a mi otra orilla.






Mi infancia y su perfume


a pájaro acariciado.
 
 
 
 



LA JAULA





Afuera hay sol.



No es más que un sol


pero los hombres lo miran


y después cantan.






Yo no sé del sol.


Yo sé la melodía del ángel


y el sermón caliente


del último viento.


Sé gritar hasta el alba


cuando la muerte se posa desnuda


en mi sombra.






Yo lloro debajo de mi nombre.


Yo agito pañuelos en la noche


y barcos sedientos de realidad


bailan conmigo.


Yo oculto clavos


para escarnecer a mis sueños enfermos.






Afuera hay sol.


Yo me visto de cenizas.

martes, 12 de enero de 2010

EL GRITO





El grito esta en todas partes,



Recorriendo grandes shoppings abandonados,


Grandes hipermercados en decadencia ,


avenidas disfrazadas para una amarga celebración.


De unos pocos.


El grito esta allí,


Pisoteando al miedo en sus articulaciones oscuras


Agitando sangre en los suburbios olvidados.


Brotando en el suelo fétido de la villa de emergencia.






El grito es esta flor maldita que esta en todos lados,


Humedeciendo la garganta seca del silencio de la resignación.


En los barrios alejados, las ciudades derrumbadas,


En la memoria castrada de recuerdos,


Con los paisajes de fábricas abandonadas


Y sus ventanas rotas y malezas amontonadas en las paredes.


En los muros tatuados de graffitis incitando a la lucha.






El grito es eso,


Donde nacimos,


El origen de esta tragedia


A la que día a día intentamos sobrevivir.


Aquí nacimos,


Pisoteados, marginados,


Arrancados, violados,


Demolidos, castrados,


Engullidos, olvidados.


Y el grito ,


El único camino por transitar.,


La ultima reacción animal que nos queda.


El ultimo cuchillo para cortarle el cuello a la oscuridad.


Y eso simplemente es el grito,


El símbolo de indecible


Y su efecto furia desatada.


Furia congregada tras el grito,


Y su música,


Rebelión.


Y Mi corazón desgarrado se pierde en el grito


En este grito que se desangra


Este grito enorme que nació con el vientre hinchado por el hambre.


Que parió el latido de los trópicos de la pobreza.


El terror helado de la miseria.


Este el grito de miles de gritos


Gritos que cortan el tiempo y el carnaval


Mientras los pibes piden monedas pa´ morfar.


Este grito que es el puñal de los desesperados


De los que no tienen nada que perder porque ya lo perdieron todo.






Es el grito de Jesús muriendo en la cruz, asado al sol.


Es el grito de Yakarta sublevada.


Es la venganza que llega para quedarse. Por un instante.


En esta noche de primavera,


Mientras los pibes piden monedas pa´morfar.