RESURRECCIÓN
La poesía entra en el sueño
como un buzo en un lago.
La poesía, más valiente que nadie,
entra y cae
a plomo
en un lago infinito como Loch Ness
o turbio e infausto como el lago Balatón.
Contempladla desde el fondo:
un buzo
inocente
envuelto en las plumas
de la voluntad.
La poesía entra en el sueño
como un buzo muerto
en el ojo de Dios.
Roberto Bolaño
De a poco, bien por lo bajo pero con suma dignidad, el chileno Roberto Bolaño puede afirmar que es uno de los escritores más relevantes de la Latinoamérica actual. No tan erudito y performer como Ricardo Piglia, ni tan descabellado e iluminado como César Aira, sus historias viven con un ojo en el mundo de la literatura y otro en los fragores de la vida cotidiana.
Nacido en Santiago de Chile en 1953, Bolaño ha llevado una existencia bastante trashumante. A los 15 años estaba viviendo en México, donde comenzó a trabajar como periodista y se hizo troskista.
En el 73 regresó a su país y pudo presenciar el golpe militar. Se alistó en la resistencia y terminó preso. Unos amigos detectives de la adolescencia lo reconocieron y lograron que a los ocho días abandonase la cárcel.
Se fue a El Salvador: conoció al poeta Roque Dalton y a sus asesinos. En el 77 se instaló en España, donde ejerció (también en Francia y otros países) una diversidad de oficios: lavaplatos, camarero, vigilante nocturno, basurero, descargador de barcos, vendimiador. Hasta que, en los 80, pudo sustentarse ganando concursos literarios.
A fines de los años 90 la suerte empezó a estar de su lado: Los detectives salvajes (1999) obtuvo el premio Herralde y el Rómulo Gallegos, considerado el Nobel de Latinoamérica, que alguna vez se llevaron a sus casas García Márquez y Vargas Llosa.